En un hecho sin precedentes para la Iglesia católica, el Papa León XIV recibió en el Vaticano a integrantes de la Junta Global de Víctimas de Abusos (ECA, por sus siglas en inglés), una organización internacional que agrupa a sobrevivientes de abusos sexuales cometidos por miembros del clero. El encuentro, celebrado en la Santa Sede, fue calificado por los participantes como "un paso histórico y esperanzador hacia una mayor cooperación con la Iglesia".
La reunión se desarrolló en un contexto sensible, pocos días después de que la Comisión Pontificia para la Protección de Menores publicara su informe anual, en el cual advirtió sobre la lentitud de algunas diócesis para abordar los casos de abusos. El documento señalaba particularmente la situación en Italia, país que concentra algunos de los episodios más graves. En respuesta, la Conferencia Episcopal Italiana había defendido los avances en materia de prevención y formación del clero, aunque reconoció que "todavía queda mucho por hacer".
En ese marco, la audiencia concedida por León XIV a representantes de ECA Global se interpretó como un gesto simbólico de apertura institucional y de reconocimiento hacia las víctimas, que durante décadas reclamaron ser escuchadas en los espacios de decisión eclesiástica.
"Una conversación profundamente significativa"
"Fue una conversación profundamente significativa", expresó Gemma Hickey, presidenta de la Junta Directiva de la ECA y sobreviviente canadiense de abusos. En declaraciones difundidas por la organización, Hickey destacó que el encuentro "refleja un compromiso compartido con la justicia, la sanación y un cambio real".
La dirigente subrayó la importancia de que las víctimas finalmente pudieran tener un espacio de diálogo directo con el pontífice: "Los sobrevivientes han buscado durante mucho tiempo un lugar en la mesa de negociaciones y hoy nos sentimos escuchados".
La ECA valoró la actitud del Papa, quien respondió positivamente a una carta enviada semanas atrás por la organización. Según el comunicado oficial, el encuentro representa "un paso histórico hacia una colaboración más profunda con la Iglesia católica".
Compromiso con una política de "tolerancia cero"
Durante la reunión, los integrantes de ECA presentaron al Papa una iniciativa global de Tolerancia Cero, que propone la aplicación de estándares consistentes y políticas centradas en las víctimas, con mecanismos efectivos de reparación y prevención.
El abogado argentino Sergio Salinas, representante de víctimas de abusos y participante del encuentro, explicó que el diálogo con León XIV giró en torno a tres ejes: "Primero, el reconocimiento de que se trata de un problema global que requiere respuestas coordinadas; segundo, la disposición personal del Papa a involucrarse directamente; y tercero, el compromiso de mantener una agenda de trabajo sostenida en el tiempo".
Por su parte, el alemán Mathias Katsch, otro de los miembros de la Junta Global, indicó que se solicitó al pontífice "una política clara de reparación y una esperanza de compensación justa", además de mayores garantías para la protección de niños, adolescentes y adultos vulnerables dentro de las estructuras eclesiásticas.
"Las voces de los sobrevivientes deben liderar el camino"
En su mensaje final, los representantes de la ECA subrayaron que el encuentro con el Papa "marca un punto de inflexión" en la relación entre la Iglesia y las víctimas. "La urgente necesidad de diálogo continuo, compasión y colaboración es esencial para construir un futuro donde la seguridad, la rendición de cuentas y la dignidad sean principios irrenunciables", señaló el comunicado.
"Queremos que las voces de los sobrevivientes lideren el camino", añadieron, destacando que este paso no sólo simboliza un gesto de reconocimiento, sino también el inicio de una nueva etapa de trabajo conjunto orientada a la verdad, la reparación y la prevención de abusos dentro del ámbito eclesiástico.
La reunión, que la propia ECA describió como "histórica", fue interpretada en el Vaticano como una muestra del compromiso de León XIV con la transparencia y la justicia, dos pilares que —según sus allegados— el pontífice considera fundamentales para "restaurar la confianza y sanar las heridas del pasado".