El 8 de septiembre de 1990, el brutal asesinato de la adolescente chacarera expuso una trama de poder e impunidad que cambió para siempre la historia de la provincia.
Hoy, su familia la recordará en una celebración religiosa en su honor.
En la madrugada del 8 de septiembre de 1990, la vida de María Soledad Morales, de tan solo 17 años, fue truncada de manera brutal en un crimen que conmocionó a la sociedad argentina y dividió para siempre a los catamarqueños. La adolescente con su aberrante muerte se convirtió en el símbolo de la lucha contra la impunidad y el poder.
Para mantener viva su memoria, su familia invita a la comunidad a una misa en su honor. La ceremonia se realizará este lunes a las 19 hs en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, en la localidad de Villa Dolores, para rogar por su eterno descanso.
El cuerpo de María Soledad fue encontrado dos días después de su muerte, el 10 de septiembre, semiescondido en las inmediaciones de la cancha de fútbol del Parque Daza. Los informes médicos confirmaron que la joven había sido violada y asesinada 48 horas antes de su hallazgo.
El caso tuvo una enorme repercusión a nivel nacional, especialmente por los intentos de encubrimiento de las autoridades locales, supuestamente vinculadas a "los hijos del poder". Este encubrimiento provocó una serie de multitudinarias movilizaciones, conocidas como las "Marchas del silencio". La iniciativa promovida por sus propias compañeras del Colegio del Carmen y San José provocaron un impacto tal que meses después sobrevino la intervención de la provincia y la renuncia del entonces gobernador, Ramón Saadi.
Tras un largo y escandaloso proceso judicial, el 27 de febrero de 1998, los principales imputados recibieron un veredicto condenatorio. Guillermo Daniel Luque, hijo del entonces diputado nacional Ángel Luque, fue sentenciado a 21 años de prisión, mientras que Luis Raúl Tula recibió una condena de 9 años de cárcel. Ambos fueron hallados culpables del delito de "violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes".
Ahora todos los acusados y sentenciados están libres, tras cumplirse sus condenas. Mientras, la familia de María Soledad se aferra a su recuerdo, procurando siempre sostener su memoria y que la luz de sus jóvenes años sigua brillando en el corazón de quienes la conocieron.
