Según los últimos datos oficiales, al cierre del cuarto trimestre de 2024, la informalidad laboral afectaba a 5,6 millones de asalariados, lo que representaba el 34,5% del total de los asalariados, es decir trabajadores en relación de dependencia con un empleador del cual reciben una paga regular a cambio de su trabajo.
La cifra puede parecer estable en relación a otros momentos, pero en realidad es el resultado de movimientos permanentes que no dejan de elevar el número de no registrados.
Un año atrás, en el cuarto trimestre de 2023, los asalariados no registrados representaban el 33,8% del total. Entre un período y el otro pasaron cosas: la cantidad total de asalariados (registrados y no registrados) cayó en un 0,5%, desde 17,1 millones de personas a 16,9 millones. Pero los asalariados registrados perdieron más, un 1,5%, con lo que pasaron de representar el 66,2% del total al 65,5%. En tanto, los asalariados no registrados crecieron un 1,3%.
Los datos son más ominosos cuando solo se observa el empleo asalariado privado. Según los datos del Indec en su informe “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra”, el sector público no tiene trabajo asalariado no registrado. En todo caso, la precarización laboral en ese ámbito pasa por los contratos a plazo y son una barrera al ingreso a la planta permanente.
Entonces, el Indec adjudica todo el trabajo asalariado no registrado al sector privado. Al cierre del cuarto trimestre de 2024, el total de asalariados empleados en el sector privado sumaban 13,2 millones. De ellos, 5,8 millones estaban no registrados, lo que representó el 44,5% del total. Un año atrás eran el 43,5%.
Es decir, en medio de una crisis de empleo a lo largo de 2024, con destrucción de puestos de trabajo de asalariados registrados, las empresas hicieron crecer el universo de empleados no registrados, con lo que se incrementó la precarización laboral y la destrucción del salario en la Argentina.
Que las empresas volcaron la crisis generada por el gobierno de Javier Milei sobre las espaldas de sus trabajadores también lo demuestra el hecho de que con menor empleo asalariado creció la cantidad de horas extras trabajadas (lo que explica la supuesta mejora del salario real el año pasado) por parte de los no registrados. Las patronales no solo hicieron crecer el empleo no registrado, sino que cargaron sobre ese sector el incremento de la explotación laboral.
Entre el cuarto trimestre de 2023 y el mismo período de 2024, las horas extras trabajadas se expandieron en un 4,28%. Las diferencias saltan a la vista: en el segmento registrado lo hicieron en un 3,58% mientras que en el no registrado el ascenso fue del 5,93%.
Esto, que podría ser visto como un movimiento “natural” de la economía es, en realidad, una lucha profunda entre dos partes: ante la caída de la actividad económica producto de las políticas del gobierno liberticida, las empresas realizan maniobras –como precarizar el empleo e incrementar la explotación del segmento más vulnerable de los trabajadores– a fin de preservar sus ganancias. Del otro lado, los asalariados luchan para resguardar sus ingresos y condiciones laborales por medio de negociaciones, pero también con los métodos de lucha típicos de la clase obrera: las huelgas y las tomas de lugares de trabajo.
Por sectores
Otra forma de medir la pulseada por el sostenimiento de los ingresos pasa por el crecimiento de los puestos de trabajo no asalariados, un universo que el Indec no desglosa y que incluye a profesionales independientes y trabajadores que no reciben un salario, también considerados “independientes” por la estadística oficial pero que en realidad muchas veces se trata de asalariados a los que se obliga a facturar (monotributo) para encubrir una relación de dependencia.
Por caso, del total de puestos de trabajo del sector privado al cierre del año 2024 (19,4 millones), unos 6,2 millones son no asalariados. Si se toma en cuenta que, según los números de la Secretaría de Trabajo, la cantidad de autónomos (profesionales) no supera los 400 mil, se puede inferir que la gran mayoría de esos 6,2 millones de puestos corresponden a monotributistas y otras variantes de empleo precarizado.
La actividad rural es la que ostenta el título de la menos apegada a la ley laboral ya que solo el 33,4% de sus asalariados están registrados, lo que equivale a decir que dos de cada tres asalariados de esta actividad no están registrados.
En el segundo lugar de este ranking infausto se encuentra la actividad de la construcción, sólo el 40,7% de sus asalariados registrados y un 59,3% no lo están. El tercer puesto lo tiene el sector hotelero y de restaurantes, con el 45% registrado y un 55% de no registrado.
Se trata de tres sectores que históricamente han tenido niveles muy elevados de informalidad laboral y que con el paso del tiempo solo los empeoran.
En el caso de la actividad rural, al cierre del cuarto trimestre de 2023, los asalariados registrados equivalían al 33,9% del total. En la construcción llegaban al 44,5% y en el rubro de hoteles y restaurantes, al 50,2%. Es evidente el deterioro de las condiciones laborales de los asalariados de estos tres segmentos en apenas un año, a pesar de que tuvieron dinámicas distintas: mientras que el empleo asalariado creció en la actividad rural, el no registrado lo hizo aun más, con lo cual incrementó su presencia. En cambio, tanto las empresas de la construcción como las del rubro de hoteles y restaurantes destruyeron empleo, pero al mismo tiempo, incrementaron los porcentajes de asalariados no registrados.