Si bien la pandemia agudizó los problemas de salud mental de los argentinos, hay otros factores, más estructurales, que gravitan negativamente en esta problemática.Un informe elaborado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), arrojó resultados que permiten constatar la gravedad de la situación. El estudio pone de manifiesto que casi la mitad de los argentinos transita por crisis que incide en el bienestar mental. Los números contenido en él son impactantes: el 45,5% de los argentinos está atravesando una crisis, ya sea vital, económica, familiar, de pareja, vocacional, duelo, de identidad, y/o por violencia de diferentes tipos (familiar, género, laboral).

Un porcentaje importante de ese universo tiene padecimiento de tal gravedad que están en riesgo cierto de sufrir un trastorno mental. Concretamente el trabajo señala que el 9,4% de las personas de la población general puede padecer este desequilibrio.

Otro dato inquietante es que el riesgo es más alto en los participantes de menor edad. “Los niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida fueron mayores en personas más jóvenes y con un estatus socioeconómico autopercibido menor”, indica el informe.

Para el abordaje del malestar psicológico no siempre se recurre a estrategias adecuadas, como puede ser el tratamiento orientado por un profesional –psicólogo o psquiatra- o la contención afectiva de los seres queridos –familiares, pareja, amigos-. Muchas veces las víctimas de estos padecimientos optan por comportamientos que solo tienden a agravar la situación.

El 34,50% de los participantes del estudio informó consumir alcohol y el 9,70%, drogas. El 4,40% de quienes consumían alcohol, consideraba que tenía un problema con el consumo de alcohol. El 16,20% de quienes consumían drogas consideraba tener un problema con las drogas.

El trabajo del Observatorio menciona a la pobreza como un factor predominante. “Nuestros estudios han encontrado de manera sostenida que en nuestro país las personas con menores recursos presentan mayores puntajes en el índice de malestar global, mayores indicadores de sintomatología ansiosa y depresiva, así como también un mayor índice de riesgo suicida –explicita-. Las personas que viven en la pobreza a menudo tienen acceso limitado a recursos como atención médica, terapia psicológica y medicamentos, lo que puede dificultar la gestión y tratamiento de problemas de salud mental. La pobreza puede estar asociada con el estrés crónico debido a la falta de recursos económicos, vivienda inestable y preocupaciones constantes sobre las necesidades básicas como alimentación y vivienda. El estrés crónico puede aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad y depresión”.

El estado de situación se agrava en un contexto de incremento de la pobreza que se viene registrando en la Argentina desde 2018 pero cuyo ritmo se ha incrementado de manera notable en los últimos dos meses. Establecer políticas reducidas solo a la atención de la salud mental resulta claramente insuficiente en función de la naturaleza estructural del problema.

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