Son unos 50 minutos donde Marcelo Subiotto, uno de los actores mejor ponderados del momento (sobre todo tras el éxito reciente del film Puan, que protagonizó con Leo Sbaraglia), pretende pensar en la subjetividad, la construcción de la identidad y en la otredad desde un punto de vista poético y metafórico.

Los pájaros, obra estrenada recientemente en el Teatro del Pueblo, narra el recorrido de un artesano por la ruta en moto que sigue el trayecto migratorio de una aves que lo inspiran en su trabajo. El unipersonal dirigido por Juan Ignacio González, quien también estuvo a cargo de la dramaturgia junto Ignacio Torres, revela varias capas de un mundo interior,  de una experiencia propia, para terminar fundido en lo absoluto, hablando del todo, con reflexiones que esperan sorprender al espectador.
«Me acercaron el proyecto a finales del 2018. Lo ensayamos, rearmamos algunas partes y en el 19 hicimos seis funciones en el Centro Cultural Rojas. Luego vino la pandemia y el proyecto quedó trunco. Hicimos algunas funciones aisladas en Timbre 4, pero recién ahora  pudimos rearmar y programar una temporada como queríamos», revela  Subiotto.

Lo primero que le llamó la atención fueron las características del personaje: «Tiene particularidades muy interesantes, detalles muy buenos para un actor. Es muy verborrágico, muy sociable. Viaja de Córdoba a Salta, lo cual te permite armar un relato interesante y dinámico. Es una obra que cuenta un viaje dentro de otro viaje. Hay una joya oculta dentro de este texto que no se puede explicar, que sólo podrán ver quienes vengan a ver la obra. Eso está buenísimo».

«No quiero spoilear, pero es un viaje existencial que tiene una persona –reflexiona con cautela Subiotto–. El espectador se va ir dando cuenta de lo que le pasa y qué es lo que se quiere decir con esta obra. Hay una desnudez de la personalidad del personaje que te deja inevitablemente pensando. Lo que me gusta es que a mí como actor me exige una entrega fuerte, para ir revelando matices, lo que en definitiva lo hace mucho más interesante para todos».

El hecho de estar solo en escena es un desafío que también motiva al actor: «Pienso esto en términos deportivos, si querés. A diferencia del cine –donde sabemos que somos filmados, se puede repetir y luego llega una larga etapa de edición–, en el teatro todo transcurre en tiempo presente, y esa particularidad se acrecienta al no tener compañeros en los cuales apoyarse. Tenés que resolver todo vos, esa soledad frente al espectador es atractiva y, al mismo tiempo, confirma aquella teoría de Ringo Bonavena: ‘Una vez que subís al ring, no te dejan ni el banquito’. Uno tiene que invitar a los que vienen a ver la obra a recorrer un camino, pero sin forzarlo. No hay que conquistar al público, sino invitarlo a que se interese en el relato, a mirar un mundo: si sucede o no el encuentro es una cuestión fortuita. Hay que tener la honestidad de intentar que te crean lo que le contás».

Este estreno oficial llega en tiempos complejos, debido al ataque que está sufriendo la cultura –entre muchísimos otros sectores– por parte del gobierno del presidente Javier Milei. «Aquellos que nos dedicamos a esto partimos de una necesidad interna absolutamente personal, muy profunda y muy humana por expresarnos. Por más que el contexto sea poco alentador, no nos van a detener. A veces incluso nos terminan potenciando, porque no queremos y no podemos dejar de hacer lo que hacemos. No queremos que quede de lado o que se termine. Entonces resistimos. Creo que todas las políticas y decisiones tomadas con respecto a la cultura que tomó el gobierno están dentro del orden de lo ideológico. No son para ahorrar o mejorar otra cosa. Están enunciadas como problemas económicos, pero en realidad son posturas que no son nuevas», señala el actor.

Subiotto también considera que  hay un sector de extrema derecha que encuentra a las actividades culturales, y al Estado como generador o apoyo de las mismas, como un enemigo o algo para antagonizar. «A la ultraderecha la cultura le produce malestar –puntualiza–. Los incomoda y no les interesa porque ayuda a pensar y replantearse situaciones, y eso no es conveniente para sus planes. La única opción según su visión es la eliminación de todo tipo de expresividad. Por eso considero que más que nunca los que creemos que el arte es una herramienta y que el Estado puede generar políticas culturales que nunca generaría el mercado tenemos que estar activos. Poniendo el cuerpo, tratando de hacer lo que hacemos».

Según su visión, el teatro es una ceremonia, un encuentro, una acción que puede servir para enfrentar los intentos de cercenar la voz del pueblo: «Ya sea en una película, grande o chica, en un teatro oficial o en uno independiente, o lo que sea. Todos somos necesarios, necesitamos hacer y generar proyectos con contenido».

El actor viene de ser muy reconocido en el plano local e internacional por su papel de un profesor de Filosofía que disputa su lugar en una cátedra en el film Puan. «Es de esos papeles que son un regalo que recibimos cada tanto –destaca–. Compartir una película con gente tan talentosa y comprometida, superó todo tipo de expectativas. Fue y es una felicidad plena. Hay una forma de trabajo del cine independiente que es algo único. La gente ahora me saluda, me deja mensajes por las redes, estamos yendo dentro de poco a los premios Platino… Es una muestra más de lo que significaría hacer películas en la Argentina. Imaginate si viene Disney a contarte cómo es nuestro país. Sería raro. Nuestra forma de ver el mundo está en nuestras películas, en nuestras obras, es algo simbólico que no podemos perder. La posibilidad de mirarnos a nosotros mismos y contar hacia afuera lo que somos es fundamental». «

Los pájaros

Dirigida por Juan Ignacio González. Dramaturgia: Juan Ignacio González e Ignacio Torres. Actúa: Marcelo Subiotto. Domingos a las 20 en el Teatro del Pueblo, Lavalle 3636.

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