Afganistán volvió a ser escenario de una tragedia sísmica. Apenas dos meses después del devastador terremoto que provocó más de 2.000 muertes en el este del país, un nuevo movimiento telúrico de magnitud 6.3 golpeó este lunes el norte afgano, dejando al menos 20 muertos y más de 300 heridos, según los reportes oficiales preliminares.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) precisó que el temblor ocurrió a la 1.00 de la madrugada, hora local, con epicentro a 22 kilómetros de la ciudad de Khulm, en la provincia de Balkh, y a 28 kilómetros de profundidad. El impacto se sintió con fuerza en varias regiones del norte, incluidas las provincias de Samangan y Baghlan, donde se registraron importantes daños materiales.
"Alrededor de 320 compatriotas fueron heridos y más de 20 murieron", informó Sharafat Zaman, portavoz del Ministerio de Salud, a través de un video difundido a la prensa. El funcionario aclaró que se trata de cifras provisorias y que el número de víctimas podría aumentar con el paso de las horas, dado que las comunicaciones permanecen interrumpidas en varias zonas rurales.
Por su parte, el portavoz principal del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid, confirmó que el sismo afectó a las provincias del norte y expresó su pesar por las pérdidas humanas y materiales. A través de la red social X (ex Twitter), el vocero aseguró que "las agencias gubernamentales pertinentes están trabajando para brindar ayuda inmediata a los afectados", y destacó que los equipos de rescate fueron desplegados para evaluar la magnitud de los daños y asistir a las familias damnificadas.
El vicesecretario de prensa del gobierno, Hamdullah Fitrat, anunció que las fuerzas militares pusieron a disposición números de emergencia para coordinar los operativos de rescate y asistencia. También informó que el Ministerio de Defensa despejó una de las principales carreteras, que había quedado bloqueada por deslizamientos de tierra, y rescató a varias personas atrapadas durante la madrugada.
Uno de los daños más visibles se registró en la mezquita azul de Mazar-i-Sharif, una joya arquitectónica del siglo XV y uno de los templos más emblemáticos del país. Partes de su estructura, incluido uno de sus minaretes, colapsaron parcialmente, quedando esparcidas por los alrededores del complejo. Las imágenes difundidas muestran fragmentos de azulejos y estructuras destruidas, un símbolo más del impacto del sismo en el patrimonio cultural afgano.
La respuesta de emergencia se ve nuevamente dificultada por la precaria infraestructura y las débiles redes de comunicación que caracterizan a muchas zonas del país. En regiones montañosas y de difícil acceso, los equipos de rescate suelen tardar horas o incluso días en llegar a las áreas afectadas, lo que agrava la situación de las víctimas.
Afganistán se encuentra ubicado en una de las zonas sísmicamente más activas del planeta, en el límite entre las placas tectónicas india y euroasiática. Los movimientos de estas placas provocan frecuentes terremotos, especialmente en la cordillera del Hindu Kush, una región históricamente vulnerable a este tipo de desastres naturales.
Según el British Geological Survey, desde 1900 el noreste afgano ha registrado una docena de sismos superiores a los 7 grados de magnitud, lo que refleja la alta exposición del país a fenómenos destructivos.
La situación se ha agravado en los últimos años. Desde que los talibanes retomaron el poder en 2021, Afganistán ha sufrido varios terremotos mortales. Uno de los más recientes ocurrió en Herat, en 2023, dejando más de 1.500 fallecidos y destruyendo unas 63.000 viviendas.
En tanto, a fines de agosto de 2025, un sismo de magnitud 6.0 sacudió las provincias orientales de Kunar, Laghman y Nangarhar, causando más de 2.200 muertes. Fue considerado el más letal de la historia reciente del país, y evidenció la fragilidad del sistema de respuesta ante emergencias y la falta de infraestructura básica para asistir a las comunidades afectadas.
El nuevo terremoto llega, por tanto, en un contexto de crisis humanitaria prolongada, donde miles de familias aún no lograron recuperarse del desastre anterior. Organismos internacionales han manifestado su preocupación por la situación de los damnificados y la capacidad del gobierno talibán para coordinar la asistencia necesaria.
Mientras los equipos de rescate continúan trabajando contrarreloj, el país enfrenta nuevamente el desafío de responder a una catástrofe natural de gran magnitud. En palabras de un funcionario local: "El suelo no nos da tregua; cada vez que intentamos levantarnos, vuelve a temblar".