Bajo el lema “Velen y oren”, durante la tarde del último sábado, vísperas del Domingo de Ramos, se realizó la tradicional Peregrinación del Pueblo de Dios, enmarcada en el Año de la Oración preparando el Jubileo de 2025, con la cual dio inicio la Semana Santa en la diócesis catamarqueña.

Desafiando el intenso viento de la jornada, cientos de fieles de las comunidades parroquiales del Decanato Capital junto con Cadetes de la Policía de la Provincia, se dieron cita en la Plaza de Choya desde donde emprendieron el peregrinaje hacia el Santuario de la Gruta de la Virgen del Valle.

Durante el recorrido rezaron las estaciones del Vía Crucis contemplando el misterio de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, intercaladas con cantos penitenciales y reflexiones, algunas tomadas de la Carta Pastoral del Obispo sobre la Oración, tema central de este 2024.

A medida que avanzaba la caminata, el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanc y los sacerdotes participantes atendieron a quienes se acercaron a recibir el Sacramento de la Reconciliación o Confesión.

En la explanada de la Gruta, el Obispo bendijo los ramos de olivo y junto con los fieles se desplazó en procesión, emulando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, hasta el altar donde presidió la Eucaristía, que fue concelebrada por el vicario general, padre Julio Murúa; y sacerdotes del Decanato Capital, entre ellos los rectores del Santuario y Catedral Basílica y Santuario de la Gruta, padres Gustavo Flores y Santiago Granillo, respectivamente.

En su homilía, Mons. Urbanc manifestó: “En esta tarde hemos peregrinado junto con todo el pueblo de Dios, porque en nosotros han estado representados todos los bautizados de nuestra querida diócesis. Y nos convoca este solar, donde la Virgen María se dejó encontrar hace más de 400 años, para iniciar la Semana Santa. Es un lugar sagrado, y gracias a Dios que lo hemos podido poner en valor con la ayuda de fondos para esta obra, para tener un espacio como lo quiere la Virgen, un espacio de oración, de silencio, de meditación, de conversión, de celebración de los sacramentos como la Reconciliación y la Eucaristía”. Reflexionando sobre la Palabra de Dios, dijo que “la frase fundamental de todo lo que hemos escuchado es el acto de fe que ha dado al pie de la Cruz, el final del Evangelio, el soldado romano, un pagano. Él relata que cuando Jesús muere, como lo habían preanunciado los profetas, el velo del templo se rasgó por el medio. Es decir, que aquello había terminado y empieza una nueva historia, habrá un nuevo templo. Ese templo somos todos nosotros. Este soldado afirma: ‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”, el gran acto de fe. Y Jesús llega a ser verdaderamente Hijo de Dios porque obedeció a su Padre hasta la muerte, y muerte de cruz. San Pablo en la Carta a los Romanos lo llama la obediencia de la fe”.

Continuando con su predicación indicó que “nosotros vamos a llegar a ser hijos de Dios cuando estemos dispuestos a morir desde la fe por los demás. Y esa muerte es la muerte a los propios caprichos, a esos puntos de vista mezquinos”.
Luego pidió a Dios y a la Virgen “que nos ayuden en esta Semana Santa a todos los catamarqueños bautizados a hacer la voluntad de Dios, para que así lleguemos a ser de verdad hijos e hijas de Dios”.

 

Por la paz

También confió que “realmente estoy muy azorado, muy desolado interiormente por la violencia que hay en el mundo, las guerras que tenemos, tremendo. Tenemos que pedir que aquellos que en el mundo manejan el negocio de las armas no las hagan”.

Frente a esta realidad, expresó: “Tenemos que pedirle al Señor, quien vino a traer la paz, que vino a reconciliarnos con nuestro Padre Dios, que nos otorgue esa paz. Y que todos seamos verdaderos artesanos de la paz, trabajemos por la paz. En primer lugar, busquemos la paz dentro del corazón. Sáquense el odio, la bronca, los rencores, esa sed de venganza, no sirve. Eso es como tener un arsenal de armas adentro. Hay que tener paz en el corazón y así vamos a poder tener paz en nuestras familias y en nuestra sociedad”.

Solidaridad

Durante el acto penitencial, Cáritas recibió la donación de alimentos no perecederos, que luego serán destinados a los hermanos más necesitados, en los puestos dispuesto a tal fin.

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